Biografía de San Rafael Arnáiz
En el monasterio de san Isidoro de Dueñas, en España, san
Rafael Arnáiz Barón, religioso de la Orden Cisterciense, que, siendo
novicio, enfermó gravemente y, confiando siempre en el Señor, con gran
paciencia soportó su enfermedad. Martirologio romano Vida de San Rafael
Arnáiz Nació en Burgos (España) el 9 de abril de 1911, de una familia de
alta sociedad y profundamente religiosa. En esa misma ciudad fue
bautizado y confirmado. Comenzó sus estudios en el colegio de los padres
jesuitas y recibió por primera vez la Eucaristía en 1919. En esos años
tuvo la primera visita de la que habría de ser su asidua compañera: una
enfermedad de fiebres colibacilares que le obligó a interrumpir sus
estudios. Cuando se recuperó, su padre, en agradecimiento a lo que
consideró una intervención especial de la santísima Virgen, a finales
del verano de 1921 lo llevó a Zaragoza, donde lo consagró a la Virgen
del Pilar. Su familia se trasladó a Oviedo, y allí continuó sus estudios
de bachillerato, en el colegio de los padres jesuitas y al terminar se
matriculó en la Escuela superior de arquitectura de Madrid, donde supo
unir el estudio con una ardiente y asidua vida de piedad; había
introducido en su horario de estudio una larga visita diaria a "el Amo"
en el oratorio de Caballero de Gracia, y participaba puntualmente en su
turno de adoración nocturna. De inteligencia brillante y ecléctica,
Rafael tenía destacadas dotes para la amistad y buen trato. Poseía un
carácter alegre y jovial; era deportista, rico en talento para el dibujo
y la pintura; le gustaba la música y el teatro. A la vez que crecía en
edad y desarrollaba su personalidad, crecía también en su experiencia
espiritual de vida cristiana. En su corazón bien dispuesto a escuchar
Dios quiso suscitar la invitación a una consagración especial en la vida
contemplativa. Había conocido la trapa de San Isidro de Dueñas y se
sintió fuertemente atraído porque la percibió como el lugar que
correspondía a sus íntimos deseos. Así, en diciembre de 1933 interrumpió
sus cursos en la universidad, y el 16 de enero 1934 entró en el
monasterio de San Isidro. Después de los primeros meses de noviciado y
la primera Cuaresma vividos con entusiasmo en medio de las austeridades
de la trapa, de improviso Dios quiso probarlo misteriosamente con una
penosa enfermedad: una aguda diabetes sacarina, que lo obligó a
abandonar apresuradamente el monasterio y a regresar a casa de sus
padres para ser cuidado adecuadamente. Regresó a la trapa apenas
restablecido, pero la enfermedad le obligó a abandonar varias veces el
monasterio, donde volvió otras tantas veces para responder generosa y
fielmente a la llamada de Dios. Se santificó en la gozosa y heroica
fidelidad a su vocación, en la aceptación amorosa de los planes de Dios y
del misterio de la cruz, en la búsqueda apasionada del rostro de Dios;
le fascinaba la contemplación de lo Absoluto; tenía una tierna filial
devoción a la Virgen María ?la "Señora" como le gustaba llamarla?.
Falleció en la madrugada del 26 de abril de 1938, recién cumplidos los
27 años. Fue sepultado en el cementerio del monasterio, y después en la
iglesia abacial. Muy pronto su fama de santidad se extendió fuera de los
muros del convento. Sus numerosos escritos ascéticos y místicos
continúan difundiéndose con gran aceptación y para el bien de cuantos
entran en contacto con él. Ha sido definido como uno de los más grandes
místicos del siglo XX. El 19 de agosto de 1989 el Papa Juan Pablo II,
con ocasión de la Jornada mundial de la juventud en Santiago de
Compostela, lo propuso como modelo para los jóvenes del mundo de hoy y
el 27 de septiembre de 1992 lo proclamó beato. Con su canonización el
Papa Benedicto XVI lo presenta como amigo, ejemplo e intercesor a todos
los fieles, sobre todo a los jóvenes. Fuente: vatican.va Oración a San
Rafael Arnáiz Señor Omnipotente, que glorificas a los humildes y abates a
los soberbios, te suplicamos por la gloria de tu Santo Nombre ensalces
la memoria de tu Siervo Rafael, concediéndonos la gracia que te pedimos
por intercesión del mismo, que vivió y murió para glorificarte a Ti,
Señor, que con el Hijo y el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amén.