Bienvenidos a compartir en el Espíritu de Dios

Hola a todos los que visitáis este blog. ¡Gracias por entrar! ¡DIOS OS BENDIGA!
En este momento empezamos a compartir nuestras vivencias y, también nuestras oraciones.
Rezo por vosotros. Rezad, también por mí. ¡GRACIAS!

¡Jesús es amor sin límites!



¡Dios te ama!¡Él esta vivo en tu corazón!

¡Que Dios os bendiga cada día de este año 2024


MªEsperanza Román


¡Alabado sea Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo!
Sólo Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. ¡SÓLO JESÚS SALVA! Léelo en la Biblia.


¡Te basta mi gracia!

Reza ante el Santísimo por tu familia, amigos y enemigos...¡Él es el Todopoderoso!



¡Oh Señor, pongo en tus manos la sangre derramada por todos aquellos niños muertos en el vientre de sus madres a manos de los hombres, únela a la sangre de tu hijo Jesús que derramó por todos nosotros para la remisión de todos los pecados del mundo! Acoge, Señor esta oración. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

martes, 7 de julio de 2020

Posted: 06 Jul 2020 03:01 PM PDT
La tristeza es la aliada del enemigo, y santa Teresa de Jesús decía: “Un santo triste, es un triste santo”. La tendencia al desánimo es síntoma de no tener en orden nuestras prioridades. Cuando sucumbimos a la desmoralización, por no haber logrado nuestros propósitos, entonces es hora de preguntarnos cuál es nuestra jerarquía de valores. Y una de las prioridades fundamentales es nuestro amor a la Cruz. No es suficiente, para un cristiano, acomodarse a los fracasos con resignación. Olvidamos que el signo que nos hace vivir nuestra vocación de hijos de Dios es la Cruz. Quizás, a los ojos del mundo, se trató de un fracaso clamoroso. Aquel que «presumía» de hacer la voluntad del Padre, ahora, en ese instante dramático, se encontraba crucificado junto a dos desalmados… ¿Ese era el Padre que le cuidaba y escuchaba, al que incluso se atrevía llamar “Abba!”, “papá”?
Dejarse llevar por la tristeza es sucumbir, no al fracaso de la Cruz, que siempre es victoria, sino a la tentación diabólica que nos susurra: “¿Cómo puedes consentir semejante desagravio?”, “Tú estás hecho para cosas más grandes”, “No permitas que te humillen de esa manera”… Toda una serie de «razones» que, al final, nos dejan anclados en un supuesto pasado que siempre fue mejor. Lo que nos debe animar no son los éxitos en el mundo, porque de ellos nunca dependerá nuestra esperanza cristiana, que tiene su meta en la vida eterna. Lo que nos ha de alegrar, es que hemos sido elegidos para amar la cruz, esa que nos toca «soportar» día tras día, es decir, la que abrazamos con cariño y pasión de enamorados. En el silencio alegre de ese abrazo, escondido a los ojos del mundo, es como se produce la redención y la salvación de muchas almas… Nunca lo olvides.

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