Bienvenidos a compartir en el Espíritu de Dios

Hola a todos los que visitáis este blog. ¡Gracias por entrar! ¡DIOS OS BENDIGA!
En este momento empezamos a compartir nuestras vivencias y, también nuestras oraciones.
Rezo por vosotros. Rezad, también por mí. ¡GRACIAS!

¡Jesús es amor sin límites!



¡Dios te ama!¡Él esta vivo en tu corazón!

¡Que Dios os bendiga cada día de este año 2025


MªEsperanza Román


¡Alabado sea Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo!
Sólo Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. ¡SÓLO JESÚS SALVA! Léelo en la Biblia.


¡Te basta mi gracia!

Reza ante el Santísimo por tu familia, amigos y enemigos...¡Él es el Todopoderoso!



¡Oh Señor, pongo en tus manos la sangre derramada por todos aquellos niños muertos en el vientre de sus madres a manos de los hombres, únela a la sangre de tu hijo Jesús que derramó por todos nosotros para la remisión de todos los pecados del mundo! Acoge, Señor esta oración. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén



Dios me ha creado para conocerle, amarle y servirle, y para ser feliz con Él para siempre en la otra vida.

martes, 1 de julio de 2025

 

SANTOS JUSTINO ORONA MADRIGAL Y ATILANO CRUZ ALVARADO. Eran el párroco y el coadjutor de Cuquío (Jalisco, México) y fueron martirizados en el Rancho de las Cruces (Guadalajara) el 1 de julio de 1928. Justino nació en Atoyac el año 1877. Estudió en el seminario de Guadalajara y se ordenó de sacerdote en 1904. Trabajó en diversas parroquias y en 1916 lo nombraron párroco de Cuquío. Fueron años de apostolado fecundo en los que también colaboró con el seminario y contribuyó a la fundación de las Clarisas del Sagrado Corazón dedicadas a recoger niñas huérfanas y pobres. Atilano nació el año 1901 en Ahuetiche de Abajo. Estudió en los seminarios de Totaliche y Guadalajara, y en casas particulares tras el cierre de los seminarios. Recibió la ordenación sacerdotal en la clandestinidad en 1927, y enseguida lo destinaron a Cuquío. Era humilde y celoso.- Encontrándose el párroco en el Rancho, mandó llamar al coadjutor. Estuvieron hablando largamente de la pastoral parroquial y rezaron juntos. A las dos de la madrugada llegaron los soldados y golpearon la puerta. Les abrió el párroco, y lo acribillaron a balazos mientas gritaba: ¡Viva Cristo Rey! Luego balearon al coadjutor en su habitación, mientras rezaba con el crucifijo y el rosario en sus manos.

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