
SAN ESTEBAN, protomártir o primer mártir cristiano. Fue uno de los siete diáconos elegidos por los Apóstoles, poco después de la Ascensión, para el servicio de la comunidad de Jerusalén. Lleno de gracia y poder, realizaba en medio del pueblo grandes prodigios y signos. Se levantaron unos de la sinagoga llamada de los Libertos y se pusieron a discutir con Esteban; pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba. Amotinaron al pueblo, le prendieron y le condujeron al Sanedrín. Él les dirigió un discurso en el que defendió a la Iglesia, y concluyó diciendo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios». Entonces, gritando fuertemente, se taparon sus oídos y se precipitaron todos a una sobre él; le echaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu». Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado». Y diciendo esto expiró.- Oración: Concédenos, Señor, la gracia de imitar a tu mártir san Esteban y de amar a nuestros enemigos, ya que celebramos la muerte de quien supo orar por sus perseguidores. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

SANTA VICENTA MARÍA LÓPEZ Y VICUÑA. Nació en Cascante (Navarra, España) el año 1847 en el seno de una familia acomodada y profundamente religiosa, en la que recibió una buena educación humana y cristiana. En 1857 marchó a Madrid, a casa de una tía materna suya de alto abolengo, con la que se inició en la atención a las muchachas del servicio doméstico, para las que abrió una residencia que, en 1876, dio paso a la nueva Congregación de Hijas de María Inmaculada (del Servicio Doméstico), en la que ella profesó, y que tiene como misión prestar ayuda espiritual y material a las jóvenes que, separadas de su familia, trabajan como domésticas en casas ajenas. Durante su corta vida aún vio extenderse su Congregación con siete casas repartidas por toda España. Destacó por su profunda espiritualidad y su intenso amor al prójimo. Murió de tuberculosis en Madrid el 26 de diciembre de 1890.- Oración: Señor, que con ardiente caridad uniste a ti a santa Vicenta María para que, reflejando el amor de tu Hijo, atrajese a ti a las jóvenes, concédenos por su intercesión que, siendo en el mundo buen olor de Cristo, llevemos a ti a todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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