Cuando mi hijo mayor, decidió independizarse, nos sorprendió en su primera mañana fuera de casa, con la creación de un chat familiar en el WhatsApp. Nos daba a todos la bienvenida, de una forma muy simpática y llena de humor. Inmediatamente nos pusimos a chatear, deseándonos un sin fin de cosas. Me llamó la atención de forma especial, lo que mi esposa acabó escribiendo: “pongo todas vuestras intenciones en la patena de la misa”.Esta frase se ha convertido en habitual, cada vez que alguno de nosotros le pide, por una intención.
Es la primera que sale de casa, y la primera que acude a misa y por lo tanto, la primera que pone ante el Señor todas las peticiones que se le han hecho. Creo, que todos nos dirigimos a ella, porque sabemos se lo toma muy en serio y que lo lleva a cabo.
Y como siempre ocurre, cuando menos me lo espero, las frases rutinarias de cada día, dejan de serlo, cuando entran en mi alma sin avisar, tocando mi corazón, como un dardo lanzado hacia él.
Estando la semana pasada preparándome para la misa de diario, me vino a la mente las palabras de mi esposa.: “Lo pongo en la patena”, y experimenté la necesidad de imitarla. ¿Y qué pongo en ella?... Ay, cuantas veces me he quejado de mí, cuantas veces no he sabido perdonarme, cuantas me he sentido el centro del universo…Me sentí llamado a depositar en la patena, mis debilidades, mi falta de voluntad, mi desaliento… Ya sabía lo que pondría en la patena, donde Cristo vendría, para hacerse presente, y llevarse lo que allí deposité, para transformarlo.
“Señor, pongo en la patena, mi fragilidad, mis pasiones y traiciones , mi orgullo y soberbia, mi mal genio y mi vanidad, mi falta de fe, mis deseos de serte fiel y de amarte de una vez por todas, sin poner impedimentos…”Que diferente se vive la Eucaristía, cuando sabes ,que Jesús viene a cambiarte, a pulir el alma, para que brille. La Consagración y la acción de gracias, adquieren otra luz, cuando hemos dejado nuestros presentes.
Ponlo todo en la patena… todo se transformará
Blog de Angel Sánchez Toledano
San Francisco, el pobre de Asís, el hombre que sacudió la Iglesia de su tiempo y aún hoy sacude nuestros entumecidos espíritus. A muchos llevó Francisco a unirse a él en la búsqueda de la santidad, pero fue sin dudas a Santa Clara a la que más visiblemente inspiró para realizar una enorme obra, y construir su propio camino a la santidad.