"Es muy apropiado en estos tiempos, buscar una mayor profundización y
conciencia de la íntima relación que existe entre los Dos Corazones y el valor
que tiene para nuestros días, una auténtica devoción y consagración a los
Corazones de Jesús y María.”
-(SS
Juan Pablo II, 23 de noviembre de 1987)
Oh Sagrado Corazón de Jesús, has amado a
la humanidad hasta el extremo, sin escatimar en nada por salvarnos y darnos tu
amor, tu vida, tu gracia y tu verdad. Has amado a la humanidad hasta el punto
de dejarte traspasar y así convertirte en la fuente abierta de donde manan,
abundantemente, las gracias de salvación y de conversión. Tu Corazón traspasado
es la fuente abierta de donde fluyen, con fuerza y poder, la Sangre y el Agua
que purifican, transforman, vivifican y liberan nuestros corazones. Es tu
Corazón traspasado la puerta abierta y estrecha por la que debemos entrar para
participar de la vida del Reino de los Cielos. Es en la escuela de tu Corazón
traspasado que aprendemos las virtudes de la humildad y la mansedumbre; la
obediencia y la abnegación. Es en tu Corazón que encontramos la plenitud del
amor y de la paz.
A tu Corazón, Oh Jesús, deseamos
consagrarnos hoy. A través de esta consagración, queremos adentrarnos en
tu Corazón para que, guardados dentro de él, seamos protegidos de los enemigos
de nuestras almas. Protégenos de todo error y confusión, de toda frialdad,
egoísmo e indiferencia. Que dentro de tu Corazón adquiramos las virtudes que
más necesitamos; la luz para dirigir nuestros pasos y la fortaleza para ser
fieles a todos tus designios. Que tu Corazón, Jesús, sea nuestro único tesoro y
herencia. Que las gracias de misericordia, conversión y paz que fluyen de tu
Corazón lleguen a cada uno de nosotros, transformándonos y dándonos un nuevo
corazón semejante al tuyo. Que movidos por el amor de tu Corazón nos
convirtamos en canales de gracia para un mundo tan necesitado de amor, de
verdad y de luz. Que, consagrados a tu Corazón, edifiquemos en el mundo entero:
la civilización del amor.
Oh Corazón Inmaculado de María, por tu
perfecta comunión de amor con el Corazón de Jesús, eres la escuela
viviente de total consagración y dedicación a Su Corazón. En tu Corazón, Oh
Madre, queremos vivir para aprender a amar, sin divisiones, al Corazón de
Jesús; a obedecerle con diligencia y exactitud; servirle con generosidad y a
cooperar activa y responsablemente en los designios de Su Corazón.
Deseamos consagrarnos totalmente a tu Corazón
Inmaculado y Doloroso que es el camino perfecto y seguro de llegar al Corazón
de Jesús. Tu Corazón, es también refugio seguro de gracia y santidad, donde nos
vamos liberando y sanando de todas nuestras oscuridades y miserias. Deseamos
pertenecer a tu Corazón, Oh Virgen Santísima, sin reservas y en total
disponibilidad de amor a la voluntad de Dios, que se nos manifestará a través
de tu mediación maternal. En virtud de esta consagración, Oh Inmaculado
Corazón, te pedimos que nos guardes y protejas de todo peligro espiritual y
físico. Qué nuestros corazones ardan con el fuego del Espíritu como arde tu
Corazón. Qué unidos a ti, que eres la portadora por excelencia de Cristo para
el mundo, y ungidos por el poder del Espíritu Santo, seamos instrumentos para
dar a un mundo tan árido y frío, el amor, la alegría y la paz del Corazón de
Jesús.
¡Oh Corazones de Jesús y de María, esperanza de la
humanidad! Esperanza porque en su perfecta comunión de amor por Dios
y los hombres, se han entregado a la obra de la salvación del mundo. A través
de esta consagración deseamos participar, desde nuestra pequeñez, en los
designios de misericordia que los Dos Corazones están manifestando en la
humanidad. Deseamos ofrecer nuestras vidas en amor y reparación a sus
Corazones. Deseamos con todo nuestro ser promover y establecer en todos los
corazones, el Reinado de amor de los Corazones de Jesús y María. ¡Amén!
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