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SANTOS CORNELIO Y CIPRIANO. [El 14 de septiembre se dio sepultura al primero y sufrió martirio el segundo; su memoria se celebra el 16 del mismo mes]. Cornelio fue elegido papa, por su humildad y su bondad, en marzo del año 251, al cesar la persecución del emperador Decio y después de un largo periodo de sede vacante. Adoptó una actitud indulgente en la praxis penitencial para acoger a los que habían apostatado en la persecución, y así, con gran espíritu de caridad, recuperó a la plena comunión con la Iglesia a muchos cristianos caídos en la apostasía. Se opuso al rigorista Novaciano quien provocó un cisma, pero con la ayuda sobre todo de Cipriano pudo imponer su autoridad. Fue desterrado por el emperador Galo, y murió en Civitavecchia, puerto de Roma, en septiembre del año 253. Su cuerpo, trasladado a Roma, fue sepultado en el cementerio de Calixto. Cipriano nació en Cartago hacia el año 210, de familia pagana. Convertido a la fe y ordenado de sacerdote, fue elegido obispo de su ciudad el año 249. En tiempos muy difíciles gobernó sabiamente su Iglesia con sus obras y sus escritos. En la persecución de Valeriano, primero sufrió el destierro y después, tras su vuelta a Cartago, fue decapitado el 14 de septiembre del año 258. Fue importante por sus escritos, pero sobre todo como pastor, cuya influencia se dejó sentir no sólo en el norte de África sino también en las Iglesias de España.- Oración: Oh Dios, que has puesto al frente de tu pueblo como abnegados pastores y mártires intrépidos a los santos Cipriano y Cornelio, concédenos, por su intercesión, fortaleza de ánimo y de fe para trabajar con empeño por la unidad de tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

SAN JUAN MACÍAS. Nació en Ribero del Fresno, provincia de Badajoz en España, en 1585. Pronto quedó huérfano y pasó la adolescencia con un tío suyo dedicándose al pastoreo. A los 28 años marchó a Jerez de la Frontera, donde estuvo trabajando seis años. En 1619 se embarcó para América y se estableció en Lima (Perú), donde trabajó para un empresario de carnes de ganado. A los 37 años finalmente, pues lo había deseado mucho antes, ingresó como hermano laico en los Dominicos. Estuvo dedicado por mucho tiempo a oficios humildes, atendió con diligencia a pobres y enfermos y rezó asiduamente el Rosario por las almas de los difuntos. Se distinguió en la oración asidua, en el don de consejo, en el carisma de la caridad. Tuvo una gran amistad con san Martín de Porres. Murió el 16 de septiembre de 1645 en Lima.- Oración: Oh Dios, que amas a los hombres y les diste de nuevo la salvación, por amor a ti el bienaventurado Juan se hizo todo para todos, concédenos, por su intercesión, estar siempre tan unidos a este misterio de tu bondad que de buena gana demos nuestros bienes y nuestra propia vida a favor de nuestros hermanos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

SAN ANDRÉS KIM TAEGON. Es uno de los 103 Mártires de Corea que canonizó Juan Pablo II el año 1984 en Seúl. La memoria de todos ellos, encabezados por san Andrés Kim Taegon y san Pablo Chong Hasang, se celebra el 20 de septiembre. Andrés nació en Solmoi (Corea) el año 1821 en el seno de una familia cristiana que le dio una educación muy religiosa. Era hijo san Ignacio Kim Che-jun, martirizado el 26 de septiembre de 1839. Estudió en Macao, en el viaje de regreso a su patria, recibió en Mongolia todas las órdenes hasta el diaconado y, en agosto de 1845, recibió la ordenación sacerdotal en las proximidades de Shangai. Llegado a su tierra, después de un largo y accidentado viaje, ejerció con intensidad y celo el ministerio sacerdotal. En junio de 1846, cuando trataba de encontrar caminos para la entrada de misioneros, lo arrestaron y lo llevaron a la prisión general de Seúl. Ejercieron sobre el una presión enorme para que apostatara, sin conseguirlo; ni halagos ni amenazas apartaron al joven sacerdote de su fidelidad a Cristo. Condenado a muerte, fue decapitado el 16 de septiembre de 1846 en Sai-Nam-Nte, en las cercanías de Seúl.- Oración: Oh Dios, creador y salvador de todos los hombres, que en Corea, de modo admirable, llamaste a la fe católica a un pueblo de adopción y lo acrecentaste por la gloriosa profesión de fe de los santos mártires Andrés, Pablo y sus compañeros, concédenos, por su ejemplo e intercesión, perseverar también nosotros hasta la muerte en el cumplimiento de tus mandatos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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