Mi venida sucederá de noche y tal noche será muy fria. Los astros del firmamento no darán más su resplandor y la tierra estará de luto. Los habitantes de la tierra y los animales habrán sido destruidos en proporción muy grande y la superficie de la tierra sólo será ruinas y desolación. Los hombres llorarán su locura y la tierra todavia se balanceará por la violencia de sus sobresaltos. El mundo será entorpecido y los hombres se lamentarán ante la inmensidad del desastre. La tierra parecerá despojada y echada a perder y los hombres sabrán que tal estado escapa a sus propios recursos. Los Angeles y los Santos les ayudarán a no ceder al descorazonamiento ni al desamparo que invadirán a su alma, y los hombres, ayudados sobrenaturalmente, no caerán en la tentación de poner fin a sus días.
Yo vendré entonces en la más grande Gloria, que nunca haya aparecido en el mundo visible, y Mi Luz brotará como rayo del este al oeste y del norte al sur. Los hombres se levantarán y se estrecharán unos contra otros porque la admiración apretará su alma. Aparecerán en el cielo la Cruz y el Salvador; la luz, en la que la aparición se bañará, eclipsará la luz de los astros y el sol sólo será una chispa pálida en comparación con la luz divina. Yo vendré escoltado por la corte celestial y la belleza de Mi escolta, de una diversidad y una riqueza desconocidas de los habitantes de la tierra, brillará en el cielo. Mis Angeles y Mis Santos desplegarán sus alas y el cielo se llenará de su vuelo. Repararán los desastres y renovarán las ruinas. Harán resurgir lo que debe resurgir y suprimirán los restos de lo que no debe subsistir. Las piedras y muros de las casas serán reedificados y repuestas las tejas de los techos. Ciudades y campos serán limpiados y la vegetación replantada y podada de nuevo. La tierra y todo lo que contiene será dejada como nueva tal como lo desea el Maestro y como Él lo manda. Los habitantes de la tierra serán estupefactos y tan agradecidos que sus lágrimas se derramarán a lo largo del rostro y las manos se juntarán en una misma oración de alabanza, deferencia y asombro.
... El Señor (Soeur Bèghe, "Dieu et les hommes", éditions Résiac, 1992, pp. 78-79).
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