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DIALOGO DE SANTA CATALINA DE SIENA. HABLA JESUS.....
La distribución desigual de los bienes es un medio providencial que obliga a los hombres a depender unos de otros
Dilata,
hija, tu corazón y mira con cuánto amor y providencia he creado al
hombre para que se goce en mí, sumo y eterno Bien. Mientras peregrináis
por esta vida os ato con los lazos de la caridad, ya queráis o no. Si la
voluntad del hombre egoístamente se aleja del prójimo, le encadena la
necesidad. Por eso lo que es necesario para la vida del hombre no lo he
dado a cada uno sino que lo he repartido entre todos. A unos di una
cosa, a otros otra, para que os vieseis obligados a recurrir unos a
otros. ¿No ves cómo el artesano recurre al obrero, y el obrero al
artesano, porque mutuamente se necesitan, al no saber hacer uno lo que
sabe hacer el otro? Así, el sacerdote y el religioso necesitan del
seglar, y el seglar de los otros dos. No podéis prescindir de los demás.
Y así en todas las cosas. Yo podía haberlo dado todo a cada uno, pero
mi providencia quiso que uno se humillase ante los otros y se viera
obligado a ejercer la caridad. De esta forma manifiesto mi bondad y
providencia. Deberían avergonzaros los miembros de vuestro cuerpo,
porque tienen caridad entre sí y vosotros no. Si la cabeza sufre, le
socorre la mano, y si el dedo, con ser tan pequeño, está enfermo, la
cabeza, aunque sea la parte más noble del cuerpo, no rehúsa socorrerla,
antes bien la socorre con la vista, el oído, el habla y con todo lo que
tiene. Y esto mismo hacen todos los demás miembros. El orgulloso no obra
así, sino que cuando ve al pobre, enfermo o necesitado, miembro también
del género humano, no le socorre, no ya con sus bienes, sino que ni con
una palabra siquiera. Con menosprecio y enfado vuelve la cara a otra
parte. Lleno de riquezas, le deja morir de hambre sin darse cuenta que
por su crueldad se hace pura hediondez ante mi. Pero mi providencia
socorre a este pobre que así es despreciado, y, a causa de su pobreza,
yo le daré riqueza suma. El otro será gravemente castigado por mi Hijo
unigénito si no se enmienda en conformidad con lo que dice el santo
Evangelio: Tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me
disteis de beber; estuve desnudo, y no me vestisteis; en la cárcel, y no
me visitasteis (Mt 25,42). De nada les servirá en aquel momento su
excusa: «Jamás te vi así. Si te hubiera visto, te habría ayudado. Sabe
muy bien este miserable, como así lo dijo mi Hijo, que lo que hacía a
esos pobrecitos, a El lo hacía. Por esto justamente se le dará castigo
eterno en compañía de los demonios.
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