Bienvenidos a compartir en el Espíritu de Dios

Hola a todos los que visitáis este blog. ¡Gracias por entrar! ¡DIOS OS BENDIGA!
En este momento empezamos a compartir nuestras vivencias y, también nuestras oraciones.
Rezo por vosotros. Rezad, también por mí. ¡GRACIAS!

¡Jesús es amor sin límites!



¡Dios te ama!¡Él esta vivo en tu corazón!

¡Que Dios os bendiga cada día de este año 2024


MªEsperanza Román


¡Alabado sea Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo!
Sólo Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. ¡SÓLO JESÚS SALVA! Léelo en la Biblia.


¡Te basta mi gracia!

Reza ante el Santísimo por tu familia, amigos y enemigos...¡Él es el Todopoderoso!



¡Oh Señor, pongo en tus manos la sangre derramada por todos aquellos niños muertos en el vientre de sus madres a manos de los hombres, únela a la sangre de tu hijo Jesús que derramó por todos nosotros para la remisión de todos los pecados del mundo! Acoge, Señor esta oración. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Arrepentimientos

Envío número 525 del 4 de diciembre de 2012   
 
Arrepentimientos
Arrepentimiento a edades maduras, dolores por cegueras de juventud
Desde hace varios días que no puedo dejar de comprender íntimamente el sufrimiento que nos invade cuando nos arrepentimos de la forma en que tratamos a nuestros padres. El dolor nos estruja el pecho, al recordar, porque de muchas cosas que hicimos nos arrepentimos, sintiendo en el corazón la verdadera esencia del pecado, del mal, y sus consecuencias.
 
Llegamos a una edad en la vida, la llamada juventud, en que nos dejamos arrastrar por el vendaval de nuestras inseguridades y nuestros miedos. Nuestra alma queda presa de esa necesidad de afirmar nuestra esencia, de martillar de una vez por todas la tapa del ataúd de esa pregunta que nos carcome: quien somos, de qué somos capaces en la vida.
 
Por un error incomprensible, pero tan antiguo como la historia de la humanidad, decidimos correr en la dirección equivocada. En lugar de escuchar y mirar a quienes más nos aman, nuestros propios padres, decidimos construirnos a nosotros mismos en la diferenciación, en el distanciamiento, en la descalificación. Ignorantes de que en la vida nada se construye por el camino de la destrucción, nos lanzamos pico y hacha en mano a destrozar los corazones de quienes nos trajeron al mundo.
 
Quizás porque alguien nos aconsejó mal, o quizás porque queremos salir corriendo aún con las piernas de nuestra rebeldía adolescente, lo concreto es que herimos y lastimamos a nuestros propios padres. Ciegos ante el mal, supimos encontrar los puntos donde más duele y así golpear una y otra vez en el mismo lugar. Parecía muy fácil escuchar, comprender, ayudar y tener paciencia a cualquier desconocido, pero no a ellos. Qué horror, baste pensar que para Dios el amor y respeto por nuestros padres es tan importante que hasta les dedicó uno de los Diez Mandamientos.
 
Digo estas palabras y puedo ver los ojos tristes y desgarrados de tantas madres mientras son heridas por palabras dolientes de sus hijos, por desprecios y agresiones gratuitas. Digo estas palabras y puedo ver el gesto adusto de tantos padres despreciados moral y humanamente por hijos que los dejan parados, congelados, sin saber que responder, como responder.
 
Quizás es el mundo que ha empeorado, porque cada vez es mayor el desprecio con que hijos tratan a padres, con que abuelos son abandonados sin amor ni cuidado. Quizás es que el amor ha perdido lugar en el mundo y ha dejado avanzar la cobardía, y es entonces más fácil herir a aquellos que sabemos no pueden responder a nuestra agresión, porque nos aman, nos aman de todo corazón.
 
Pero un día crecemos, se caen las escamas que cubren nuestros ojos y vemos con claridad. El dolor entonces nos envuelve y llena de llagas nuestro corazón, porque ya es tarde para reparar el daño producido. No entendemos como fuimos capaces de ser tan ciegos, como fuimos capaces de ser tan inhumanos. Nos vienen a la mente cosas dichas, cosas hechas, momentos de dolor irreparable, heridas que no cierran.
 
Si Dios nos concede la Gracia, quizás podamos pedirles perdón antes de que terminen su caminar por la vida. Darles amor, acariciarlos, abrazarlos, hacerlos sentirse amados y respetados por los que son el fruto de su vida. Si es que se fueron antes de que caigan las escamas que cubren nuestros ojos, pues allí no queda más que el sufrimiento y la agonía ante la culpa que ha erosionado nuestro interior, una y otra vez como una marea eterna que no cesa en su esfuerzo de  chocar con nuestra alma ya redondeada de tanta ola que viene y se aleja.
 
Arrepentimiento a edades maduras, dolores por cegueras sufridas en la juventud. Culpas que nos invaden, diálogos antiguos que se repiten en nuestro interior una y otra vez. Recuerdos que no se alejan, cosas dichas que no pueden ser reconstruidas, marañas de pensamientos que hacen nido en nuestro corazón.
 
Digo estas palabras y puedo ver los Ojos de Dios Padre, que también es maltratado por millones y millones de hijos. Digo estas palabras y veo la mirada triste de María, Madre ignorada y olvidada por tantos millones de hijos. Quizás es Dios el que quiere que, como padres, compartamos con El este sufrimiento que es el de ser despreciados por nuestros propios hijos, como a El ocurre.
 
Miremos a nuestros padres, si es que aún los tenemos. Recemos por sus almas, si es que ya se han ido. Pidamos perdón a nuestro Dios, que sane nuestras heridas en la Reconciliación, en la Confesión. Y llevemos de modo especial la Cruz de Jesús si es que ahora nos toca ser padres, y vivirlo en carne propia.
 
Padre Bueno, danos de beber la Copa de Tu Dolor, en reparación de todas las ofensas que recibes de Tus hijos, ayer, hoy y siempre. Padre de Bondad, por la Dolorosa Pasión de Tu Perfectísimo Hijo, Jesucristo, Ten Misericordia de nosotros y del mundo entero.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Mensaje del 2 de Diciembre de 2012



“Queridos hijos, con amor materno y paciencia materna, de nuevo os invito a vivir según mi Hijo, a vivir Su paz y Su amor. Que como mis apóstoles aceptéis, con todo el corazón, la verdad de Dios, y que oréis al Espíritu Santo para que os guíe. Entonces podréis servir fielmente a mi Hijo y con vuestra vida, mostrar Su amor a los demás. Por medio del amor de mi Hijo y de mi amor, yo como Madre, me propongo llevar a mi abrazo maternal, a todos los hijos extraviados y mostrarles el camino de la fe. Hijos míos, ayudadme en mi lucha materna y orad conmigo para que los pecadores conozcan sus pecados y se arrepientan sinceramente. Orad también por quienes mi Hijo ha elegido y en Su Nombre ha consagrado. ¡ Os doy las gracias!”

domingo, 2 de diciembre de 2012

Volver a VIVIR

Consagración al Inmaculado Corazón de María




Oh María, Madre de Dios, os pido con humildad de corazón, que veas nuestro interior y nuestra angustia hoy.
Tus hijos, tus pequeñitos claman despacito, como verdaderos niños, que a través de Cristo, Tu Hijo Divino, a través del Buen Dios,  Nuestro Padre Creador, y a través del Supremo artífice de verdad, el Espíritu Santo, quienes como verdadero consuelo, en todo momento, nos han regalado como Supremo obsequio  vuestro Corazón Inmaculado, consagremos, por vuestra Divina intercesión, a Tu Preciosísimo Corazón Inmaculado, nuestro trabajo, nuestro hogar, nuestro corazón, nuestra querida y necesitada España, que está hoy especialmente carente de ti, y todo lo que el Buen Dios nos regaló, como manifestación de Su Amor, con ello todo lo dispuesto y creado por Dios, símbolo de total perfección.
Te pedimos tus hijos, nos regales el don de la Fe, una esperanza sin par, verdadera humildad y la perfecta caridad, inspirada en el seno mismo de la Santísima Trinidad, para ser liberados definitivamente de la iniquidad, mediante el triunfo definitivo de tu Inmaculado Corazón, fuente de toda redención.
Te pedimos además que nos enseñes a amar, y a vivir en la verdad, para alcanzar la Patria Celestial.
Amén.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Santos del día


SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS. La Iglesia celebra con toda solemnidad el misterio de la maternidad divina de la Virgen el día 1 de enero, fecha en que también se conmemora lo que nos recuerda el evangelio de San Lucas: al cumplirse los ocho días del Nacimiento del Niño, lo circuncidaron y le pusieron por nombre Jesús. La fiesta de hoy está destinada a celebrar la parte que tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular dignidad de que goza la madre de Jesús, Dios y hombre. «Francisco -dice San Buenaventura- amaba con indecible afecto a la Madre del Señor Jesús, por ser ella la que ha convertido en hermano nuestro al Señor de la majestad».
 Oración: Dios y Señor nuestro, que por la maternidad virginal de María entregaste a los hombres los bienes de la salvación, concédenos experimentar la intercesión de aquella de quien hemos recibido a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ. El papa Pablo VI quiso que, a partir de 1968, se consagrara este día, el primero del año, a la reflexión y a la oración por la paz, acompañándolas con un Mensaje dirigido ante todo a los jefes de Estado y a los representantes de las naciones. Juan Pablo II y Benedicto XVI han proseguido esta hermosa iniciativa, enviando cada año su mensaje.
SAN JOSÉ MARÍA TOMASI. Nació en Licata (Sicilia) el año 1649 de padres nobles y piadosos. Renunció a sus derechos nobiliarios y patrimoniales y profesó en los Teatinos el año 1666. Ordenado sacerdote, se consagró al esplendor del culto divino y al fomento de las ciencias sagradas, llegando a ser un especialista en liturgia. El papa Clemente XI le dio altos cargos en las Congregaciones romanas y lo creó cardenal. En su vida unió el amor a la ciencia con el amor a la piedad. Murió en Roma el 1 de enero de 1713.
SANTA ZDISLAVA DE LEMBERK. Nació de familia noble hacia el año 1220 en Krizanov (Moravia occidental). A los veinte años se casó con Havel de Jablonné, señor de Lemberk, hombre de confianza de Wenceslao I y colonizador de la Bohemia septentrional; tuvieron cuatro hijos que educaron cristianamente. Se asoció a la obra de la Orden de Predicadores -dominicos- y fundó para ellos dos conventos. Con el espíritu dominicano, además de ser un perfecto modelo de mujer y madre de familia, se dedicó con empeño a la evangelización en el ámbito familiar y social, especialmente en las actividades de caridad para con los pobres y los enfermos. Murió en Lemberk en 1252. La canonizó Juan Pablo II en 1995.
SAN SEGISMUNDO GORAZDOWSKI. Nació en Sanok (Polonia) en 1845. Entró en el seminario de Lvov; por su salud precaria, se le retrasó la ordenación sacerdotal. Desde el inicio de su ministerio unió su actividad pastoral con la caritativa: renovación de la vida cristiana, catequesis, publicación de artículos y libros, fundación de numerosas obras de beneficencia. Con el fin de gestionar la mayor parte de sus obras de beneficencia pidió colaboración a un grupo de terciarias franciscanas, y a partir de ahí, en 1884, fundó la congregación de las Religiosas de San José, que sigue la Regla de la Tercera Orden de San Francisco y que, en 1922, se agregó a los Capuchinos. Por sus obras mereció ser llamado "sacerdote de los desheredados", "padre de los pobres", "apóstol de la misericordia de Dios". Murió el 1 de enero de 1920, en Lvov (Ucrania). Lo canonizó Benedicto XVI en 2005.
BEATO VALENTÍN PAQUAY. Nació en Tongres (Bélgica) el año 1828. En plena juventud ingresó en la Orden franciscana y, ordenado de sacerdote en Lieja en 1854, los superiores lo destinaron al convento de Hasselt, donde permaneció ya el resto de su vida. Desarrolló una enorme actividad en el campo del apostolado. Predicaba sin descanso. Era muy estimado especialmente en los ambientes populares y en los institutos religiosos por su palabra sencilla y persuasiva. Pero, sobre todo, fue constante su labor en el confesonario, revelando a sus numerosos penitentes el rostro misericordioso de Dios Padre, hasta tal punto que se le comparó con el santo Cura de Ars. Impulsó la práctica de la comunión frecuente y el culto al Sagrado Corazón, así como la devoción a la Virgen sobre todo con la recitación del Santo Rosario. Durante muchos años fue asistente de la Fraternidad Franciscana Seglar de Hasselt, donde murió el 1 de enero de 1905. Juan Pablo II lo beatificó en 2003.