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SAN IGNACIO DE LACONI. Nació en Laconi (Cerdeña, Italia) el año 1701, de familia devota, numerosa, humilde. No frecuentó la escuela ni aprendió a escribir; hablaba el sardo y poco más. A los veinte años, superadas no pocas vacilaciones, vistió el hábito franciscano entre los capuchinos de Cagliari. Durante quince años vivió en diversos conventos sardos, ejerciendo los oficios de refitolero y limosnero rural. A partir de 1741 y casi hasta su muerte, acaecida en Cagliari el 11 de mayo de 1781, fue limosnero en la capital, dando a todos ejemplo de sencillez, bondad, amor. Su oficio le servía para hacer apostolado, en el que prestaba particular atención a los pobres y a los apartados de la vida cristiana; a los unos los ayudaba y consolaba, a los otros los llevaba, con su ejemplo, a la conversión. Dios lo enriqueció con especiales dones sobrenaturales y realizó muchos milagros por su medio.- Oración: Oh Dios, que has llevado al humilde e inocente san Ignacio de Laconi hacia la meta de la santidad por el camino del amor a los hermanos, concédenos imitar su caridad en provecho de los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
SAN JUAN DE ÁVILA. Nació en Almodóvar del Campo (Ciudad Real, España) el año 1499. Después de estudiar en Salamanca y Alcalá, se ordenó de sacerdote en 1526. Distribuyó sus bienes entre los pobres y decidió marchar a las Indias. Pero el arzobispo de Sevilla consiguió que se quedara en su diócesis. Desarrolló una muy intensa actividad apostólica especialmente en el sur de España, por lo que se le llama el Apóstol de Andalucía. Y no sólo durante su vida, sino también después de su muerte, con sus cartas, pláticas, sermones y escritos, llenos de unción evangélica, ha influido poderosamente en la historia de la espiritualidad. Acusado injustamente de herejía a la Inquisición, fue recluido en la cárcel, en la que escribió una parte importante de su doctrina espiritual; lo absolvieron en 1533. En Granada convirtió a san Juan de Dios. Fundó colegios para la formación del clero y dirigió varios memoriales al Concilio de Trento sobre la situación de los sacerdotes. Reunió discípulos, predicó sin cansancio, dirigió a muchas almas personalmente o por carta. Murió en Montilla (Córdoba) el 10 de mayo de 1569. Es patrono del clero secular español.- Oración: Oh Dios, que hiciste de san Juan de Ávila un maestro ejemplar para tu pueblo por la santidad de su vida y por su celo apostólico, haz que también en nuestros días crezca la Iglesia en santidad por el celo ejemplar de tus ministros. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.