by pajares95 |
OTRA HORA NOCTURNA DE REPARACION COMPLETA!!!
Pedidle a vuestro Santo Ángel de la Guarda que tome en sus manos el libro de oro de las Horas Nocturnas de Reparación y continúe reparando por vosotros mientras descansáis porque necesitáis recobrar fuerzas, porque los embates y combates que os esperan son muy fuertes.
Por lo tanto necesitáis estar bien alimentados de la Palabra de Dios.
Necesitáis estar bien alimentados del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
Necesitáis estar en vida de gracia.
Necesitáis estar radiantes como el sol o fulgurantes como la luna llena.
Necesitáis caminar, aún, cansados; aún, levemente golpeados por las penurias y vicisitudes de vuestra vida.
Pero muy pronto, amados míos, me veréis bajar del Cielo.
Muy pronto, amados míos, podréis escuchar el sonar de las trompetas como aviso de la llegada de San Miguel Arcángel.
Muy pronto se dará el triunfo de mi Inmaculado Corazón y el Reinado del Sagrado Corazón de Jesús.
Hijos carísimos: no penséis más en las cosas del mundo. Pensad más bien en las delicias, en los deleites, en los gozos que os esperan en el Cielo.
El Ejército Victorioso de los Corazones Triunfantes abrirá las puertas del Cielo para cada uno de sus soldados rasos que enfrentaron con valentía, con coraje: al espíritu engañador, al príncipe de las tinieblas.
Las puertas estarán siempre abiertas para todos aquellos soldados rasos que vivieron en plenitud la palabra de Dios, para todos aquellos soldados rasos que añoraban habitar en una de las moradas de los Cielos.
La salvación está al alcance de todos.
Amados míos: el Ejército Victorioso de los Corazones Triunfantes está abierto para todos mis hijos. Hijos que desean salir victoriosos en la próxima guerra que está a punto de desatarse. Las huestes del mal guerrearán contra el Ejército del Cielo. No temáis: satanás siempre perderá, es el ejército de los perdedores. Vosotros formáis parte del Ejército de los Vencedores.
Por eso, amados míos, hijos estimadísimos, a los cuales arropo bajo los pliegues de mi Sagrado Manto y os susurro en vuestros oídos: mimos, palabras de cariño que una buena madre suele decir a sus hijos. No sabréis lo que es la derrota, conoceréis la victoria y el triunfo sobre el pecado y sobre todo mal.
Os dejo esta santa inquietud.
Las Horas Nocturnas de Reparación servirán como alivio a nuestro sufrimiento, son medicina de Dios para nuestros Corazones heridos y traspasados y también será medicina de Dios para vuestros propios corazones.
Os amo, mis hijos amados. Os registro en este mismo instante en el libro de vuestras vidas.
Os amo y os bendigo: + + +. Amén.
Coronilla del Amor
En las cuentas del rosario:
En las cuentas grandes:
Sagrados Corazones de Jesús y de María:
sed nuestro amor y salvación.
En las cuentas pequeñas (10 veces):
Jesús y María os amo. Salvad almas.
Al final del rosario, repetir tres veces:
Sagrados Corazones de Jesús y de María:
haced que os ame cada vez más.
8. Reparad por aquellas mujeres que son foco de tentación, de tropiezo y de caída para mis sacerdotes
Noviembre 11/09 (8:00 a. m.)
Jesús dice:
Hijo amado: venid a nuestro encuentro de amor.
Os espero para calentaros en la llama de mi Amor Divino. Os espero para que seáis mi centinela en esta noche.
Os espero para que levantéis vuestras manos al Cielo y pidáis misericordia para los pecadores.
Os espero para que os apoyéis en Mí porque soy vuestro báculo, vuestro soporte, vuestro estandarte. Vos que formáis parte de este apostolado de reparación, Vos que no conciliáis el sueño sin antes haber cumplido con este compromiso de amor: os pido que reparéis en esta noche por todas aquellas mujeres que son foco de tentación, de tropiezo y de caída para mis sacerdotes, para mis ungidos, para estos hombres valerosos que tienen una gran misión en la tierra. Hombres que deben ser otros Cristos en el mundo. Hombres que deben brillar por su santidad, por su ejemplo de vida. Hombres que deben tener un corazón diáfano, libre de toda atadura, de toda mancha. Hombres que han de rechazar de plano los asuntos del mundo porque su vocación apunta a las cosas del cielo, a encaminar a mi grey a la Patria Celestial.
Reparad porque algunas mujeres son instrumentos de satanás; algunas mujeres están poseídas por un espíritu de desenfreno sexual. Algunas mujeres fijan su mirada en alguno de mis sacerdotes y no descansan hasta no haber logrado sus propósitos mezquinos, ruines.
Reparad para que estas mujeres vuelvan sus ojos y su corazón a Mí. Mujeres que traen consigo, perdición. Mujeres que son más malditas que judas porque se han metido con lo más amado, con lo más apetecido de mi Divino Corazón.
Reparad para que estas pobres hijas, que se han desviado de mi camino, purifiquen sus corazones en los Ríos de la Gracia. Porque el hedor que llevan dentro es mortecino, nauseabundo.
¡Cómo agoniza mi Sagrado Corazón cuando uno de mis hijos predilectos cae en la seducción, en las apetencias de la carne; mejor sería que no hubiesen nacido!
Reparad, también, por ellos porque padecen soledad e incomprensión.
¡Cómo agoniza mi Sagrado Corazón!, cuando veo que estas almas caminan a una velocidad vertiginosa a la perdición, rogad para que reconozcan sus miserias y sus faltas. Rogad para que vuelvan hacia Mí como hijos pródigos. Yo les perdonaré porque mi Corazón sobreabunda en misericordia.
Noviembre 11/09 (9:20 a. m.)
Alma Reparadora:
Sufriente Jesús mío: ¡Cómo me conduele mi corazón al saber de vuestros padecimientos! Padecimientos que os llevan a una pasión mística porque son muchos los hombres que os maltratan con su vida de pecado; pecado que deforman sus almas, pecado que los separa de Vos cortando todo nexo con el Cielo.
Sufriente Jesús mío: no sé cómo expresaros el gran amor que os tengo; no hay palabras para deciros lo que siento, basta con miraros, con recrearme ante vuestra singular belleza y mi corazón rebosa, palpita con ímpetu, con vehemencia.
Sufriente Jesús mío: como sois el aliciente para vivir: heme aquí en esta noche cumpliendo con vuestro mandato de amor; reparar por estas pobres mujeres que no alcanzan a sopesar la dignidad del sacerdocio; no miden las consecuencias de sus actos; actos repudiados por vuestro Sacratísimo Corazón; actos deplorables para el Cielo, actos que son causa de condena y muerte segura.
Sufriente Jesús mío: recibid el sacrificio de esta noche; descansad en mi corazón; entregadme parte de vuestro dolor porque no soporto veros triste, acongojado por el trágico final de estas almas; almas que deben acudir de inmediato a Vos y pediros perdón; almas que deben llorar y expiar sus culpas; almas que deben vivir en continua mortificación y penitencia porque han usurpado algo que no les pertenecía; han tocado propiedad ajena; se han involucrado con lo más amado, lo más querido en esta tierra.
Sufriente Jesús mío: llamad a una conversión perfecta a estas almas que laceran vuestro Divino Corazón; dadles una última oportunidad; demostradles que sois fuente inagotable de misericordia; llenadles los vacíos de su corazón y suplidlos con vuestro puro amor.
Sufriente Jesús mío: compadeceos de ellas y de los sacerdotes que han caído en el fuego ardiente de la perdición; desatadlos de las oxidadas cadenas que los esclavizan; corred el velo de oscuridad que cubren sus ojos y permitidles ver la luz; luz radiante, inmarcesible; luz fulgurante que brotan de vuestras Santas Llagas.
Sufriente Jesús mío: tomad esta hora nocturna de reparación y apresuraos en vuestra segunda venida porque el mundo se ha corrompido, el mundo camina sin Dios y sin ley.
Oración Final
Jesús mío, Amantísimo y Dulcísimo Salvador: permitidme que os ofrezca y que ofrezca por Vos al Padre Eterno, la Preciosísima Sangre y Agua salida de la herida abierta en Vuestro Divino Corazón en el árbol de la Cruz. Dignaos aplicar eficazmente esta Sangre y esta Agua a todas las almas, en particular a los pobres pecadores y a la mía. Purificad, regenerad, salvad a todos los hombres con el auxilio de vuestros méritos. Concedednos finalmente, oh Jesús, entrar en vuestro Amantísimo Corazón y habitar en él para siempre. Amén.
Extractado del libro: En los umbrales de la Nueva Jerusalén, cap. II (Mensajes dados a Agustín del Divino Corazón, mensajero de los Sagrados Corazones Unidos y Traspasados de Jesús y de María).
Pedidle a vuestro Santo Ángel de la Guarda que tome en sus manos el libro de oro de las Horas Nocturnas de Reparación y continúe reparando por vosotros mientras descansáis porque necesitáis recobrar fuerzas, porque los embates y combates que os esperan son muy fuertes.
Por lo tanto necesitáis estar bien alimentados de la Palabra de Dios.
Necesitáis estar bien alimentados del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
Necesitáis estar en vida de gracia.
Necesitáis estar radiantes como el sol o fulgurantes como la luna llena.
Necesitáis caminar, aún, cansados; aún, levemente golpeados por las penurias y vicisitudes de vuestra vida.
Pero muy pronto, amados míos, me veréis bajar del Cielo.
Muy pronto, amados míos, podréis escuchar el sonar de las trompetas como aviso de la llegada de San Miguel Arcángel.
Muy pronto se dará el triunfo de mi Inmaculado Corazón y el Reinado del Sagrado Corazón de Jesús.
Hijos carísimos: no penséis más en las cosas del mundo. Pensad más bien en las delicias, en los deleites, en los gozos que os esperan en el Cielo.
El Ejército Victorioso de los Corazones Triunfantes abrirá las puertas del Cielo para cada uno de sus soldados rasos que enfrentaron con valentía, con coraje: al espíritu engañador, al príncipe de las tinieblas.
Las puertas estarán siempre abiertas para todos aquellos soldados rasos que vivieron en plenitud la palabra de Dios, para todos aquellos soldados rasos que añoraban habitar en una de las moradas de los Cielos.
La salvación está al alcance de todos.
Amados míos: el Ejército Victorioso de los Corazones Triunfantes está abierto para todos mis hijos. Hijos que desean salir victoriosos en la próxima guerra que está a punto de desatarse. Las huestes del mal guerrearán contra el Ejército del Cielo. No temáis: satanás siempre perderá, es el ejército de los perdedores. Vosotros formáis parte del Ejército de los Vencedores.
Por eso, amados míos, hijos estimadísimos, a los cuales arropo bajo los pliegues de mi Sagrado Manto y os susurro en vuestros oídos: mimos, palabras de cariño que una buena madre suele decir a sus hijos. No sabréis lo que es la derrota, conoceréis la victoria y el triunfo sobre el pecado y sobre todo mal.
Os dejo esta santa inquietud.
Las Horas Nocturnas de Reparación servirán como alivio a nuestro sufrimiento, son medicina de Dios para nuestros Corazones heridos y traspasados y también será medicina de Dios para vuestros propios corazones.
Os amo, mis hijos amados. Os registro en este mismo instante en el libro de vuestras vidas.
Os amo y os bendigo: + + +. Amén.
Coronilla del Amor
En las cuentas del rosario:
En las cuentas grandes:
Sagrados Corazones de Jesús y de María:
sed nuestro amor y salvación.
En las cuentas pequeñas (10 veces):
Jesús y María os amo. Salvad almas.
Al final del rosario, repetir tres veces:
Sagrados Corazones de Jesús y de María:
haced que os ame cada vez más.
8. Reparad por aquellas mujeres que son foco de tentación, de tropiezo y de caída para mis sacerdotes
Noviembre 11/09 (8:00 a. m.)
Jesús dice:
Hijo amado: venid a nuestro encuentro de amor.
Os espero para calentaros en la llama de mi Amor Divino. Os espero para que seáis mi centinela en esta noche.
Os espero para que levantéis vuestras manos al Cielo y pidáis misericordia para los pecadores.
Os espero para que os apoyéis en Mí porque soy vuestro báculo, vuestro soporte, vuestro estandarte. Vos que formáis parte de este apostolado de reparación, Vos que no conciliáis el sueño sin antes haber cumplido con este compromiso de amor: os pido que reparéis en esta noche por todas aquellas mujeres que son foco de tentación, de tropiezo y de caída para mis sacerdotes, para mis ungidos, para estos hombres valerosos que tienen una gran misión en la tierra. Hombres que deben ser otros Cristos en el mundo. Hombres que deben brillar por su santidad, por su ejemplo de vida. Hombres que deben tener un corazón diáfano, libre de toda atadura, de toda mancha. Hombres que han de rechazar de plano los asuntos del mundo porque su vocación apunta a las cosas del cielo, a encaminar a mi grey a la Patria Celestial.
Reparad porque algunas mujeres son instrumentos de satanás; algunas mujeres están poseídas por un espíritu de desenfreno sexual. Algunas mujeres fijan su mirada en alguno de mis sacerdotes y no descansan hasta no haber logrado sus propósitos mezquinos, ruines.
Reparad para que estas mujeres vuelvan sus ojos y su corazón a Mí. Mujeres que traen consigo, perdición. Mujeres que son más malditas que judas porque se han metido con lo más amado, con lo más apetecido de mi Divino Corazón.
Reparad para que estas pobres hijas, que se han desviado de mi camino, purifiquen sus corazones en los Ríos de la Gracia. Porque el hedor que llevan dentro es mortecino, nauseabundo.
¡Cómo agoniza mi Sagrado Corazón cuando uno de mis hijos predilectos cae en la seducción, en las apetencias de la carne; mejor sería que no hubiesen nacido!
Reparad, también, por ellos porque padecen soledad e incomprensión.
¡Cómo agoniza mi Sagrado Corazón!, cuando veo que estas almas caminan a una velocidad vertiginosa a la perdición, rogad para que reconozcan sus miserias y sus faltas. Rogad para que vuelvan hacia Mí como hijos pródigos. Yo les perdonaré porque mi Corazón sobreabunda en misericordia.
Noviembre 11/09 (9:20 a. m.)
Alma Reparadora:
Sufriente Jesús mío: ¡Cómo me conduele mi corazón al saber de vuestros padecimientos! Padecimientos que os llevan a una pasión mística porque son muchos los hombres que os maltratan con su vida de pecado; pecado que deforman sus almas, pecado que los separa de Vos cortando todo nexo con el Cielo.
Sufriente Jesús mío: no sé cómo expresaros el gran amor que os tengo; no hay palabras para deciros lo que siento, basta con miraros, con recrearme ante vuestra singular belleza y mi corazón rebosa, palpita con ímpetu, con vehemencia.
Sufriente Jesús mío: como sois el aliciente para vivir: heme aquí en esta noche cumpliendo con vuestro mandato de amor; reparar por estas pobres mujeres que no alcanzan a sopesar la dignidad del sacerdocio; no miden las consecuencias de sus actos; actos repudiados por vuestro Sacratísimo Corazón; actos deplorables para el Cielo, actos que son causa de condena y muerte segura.
Sufriente Jesús mío: recibid el sacrificio de esta noche; descansad en mi corazón; entregadme parte de vuestro dolor porque no soporto veros triste, acongojado por el trágico final de estas almas; almas que deben acudir de inmediato a Vos y pediros perdón; almas que deben llorar y expiar sus culpas; almas que deben vivir en continua mortificación y penitencia porque han usurpado algo que no les pertenecía; han tocado propiedad ajena; se han involucrado con lo más amado, lo más querido en esta tierra.
Sufriente Jesús mío: llamad a una conversión perfecta a estas almas que laceran vuestro Divino Corazón; dadles una última oportunidad; demostradles que sois fuente inagotable de misericordia; llenadles los vacíos de su corazón y suplidlos con vuestro puro amor.
Sufriente Jesús mío: compadeceos de ellas y de los sacerdotes que han caído en el fuego ardiente de la perdición; desatadlos de las oxidadas cadenas que los esclavizan; corred el velo de oscuridad que cubren sus ojos y permitidles ver la luz; luz radiante, inmarcesible; luz fulgurante que brotan de vuestras Santas Llagas.
Sufriente Jesús mío: tomad esta hora nocturna de reparación y apresuraos en vuestra segunda venida porque el mundo se ha corrompido, el mundo camina sin Dios y sin ley.
Oración Final
Jesús mío, Amantísimo y Dulcísimo Salvador: permitidme que os ofrezca y que ofrezca por Vos al Padre Eterno, la Preciosísima Sangre y Agua salida de la herida abierta en Vuestro Divino Corazón en el árbol de la Cruz. Dignaos aplicar eficazmente esta Sangre y esta Agua a todas las almas, en particular a los pobres pecadores y a la mía. Purificad, regenerad, salvad a todos los hombres con el auxilio de vuestros méritos. Concedednos finalmente, oh Jesús, entrar en vuestro Amantísimo Corazón y habitar en él para siempre. Amén.
Extractado del libro: En los umbrales de la Nueva Jerusalén, cap. II (Mensajes dados a Agustín del Divino Corazón, mensajero de los Sagrados Corazones Unidos y Traspasados de Jesús y de María).
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