Padre Pio sobre el Diablo
Padre Pio una vez dijo a un grupo de personas que el número de diablos activos en el mundo es más grande que todas las personas que habían vivido desde Adán.108
Padre Pio también dijo: “Si todos los diablos que están aquí se pusieran en forma corporal, ¡taparían la luz del sol!”109
En un período durante su vida, Padre Pio servía como director espiritual de chicos en un seminario. Una noche un chico fue despierto por carcajadas desdeñosas, el ruido de pedazos de hierro siendo retorcidos y cayendo en el suelo, y de cadenas pegando sobre el piso, mientras que Padre Pio era oido suspirando una y otra vez, “¡O Madona mía!” La siguiente mañana, el chico examinó la obra de hierro soportando la cortina alrededor de la cama de Padre Pio, y descubrió todos los pedazos retorcidos. También miró a Padre Pio y vió él “con un ojo hinchado y de aspecto enfermo.”110 Este relato se hacía circular entre los seminaristas, quienes preguntaron a Padre Pio sobre él. Padre Pio respondió y describió que había ocurrido para convencer a los chicos de la absoluta necesidad de la oración en la lucha contra el Diablo. Padre Pio dijo:
“¿Quieren saber porqué el diablo me dio una paliza tremenda? Es porque yo, como su padre espiritual, estoy dispuesto a defender a uno de vosotros.” Identificando el chico de nombre, él continuó, “Él estaba sufriendo una fuerte tentación contra la pureza, y cuando apeló a la Madona, estaba también apelando a mí por apoyo. Corrí inmediatamente en su ayuda, y con la ayuda del Rosario de Nuestra Señora triunfé. El chico que había sido tentado durmió hasta la mañana, mientras que yo pasaba por la lucha, sufría los golpes, pero gané la pelea.”111
Un antiguo seminarista, de quien Padre Pio había sido un director espiritual y confesor, escribió que él y sus compañeros de estudios oían el espantoso ruido de barras de hierro golpeando una a otra en la habitación de Padre Pio. También oían un sonido como un tren desplazándose a alta velocidad en un túnel.112 Uno de los estudiantes, quien llegó a ser P. Matrice, también explicó que una noche él se despertó por causa de un tumulto tremendo veniendo de la area donde Padre Pio estaba durmiendo. Él describió oyendo “una salva de risas burlónes y el sonido de barras de hierro siendo retorcidas además de cadenas repicando por el suelo.”113
Las Torturas Increíbles a que los demonios sometían a Padre Pio
Padre Pio estaba en su habitación principalmente por la noche. Se oía fuertes ruidos sordos que asustaban a los frailes. Cuando iban a la habitación de Padre Pio descubrían a él “empapado de sudor, y se debería cambiar su ropa de pies a cabeza.”114
Ciertas personas que venían al monasterio no creían los informes de tales acontecimientos extraños; se lo reían como producto de la imaginación de un monje. Una vez el Obispo Andrea D’Agostino fue un invitado en el monasterio. Él consideró el cuento de Padre Pio un fabuloso, medieval relato. Empero, cuando él estaba comiendo con los frailes, fue asustado por un gran ruido sordo arriba en el techo. Se le puso pálido y temblaba.115 El ayudante del obispo, quien estaba comiendo en la pieza de visitantes, corrió al refectorio lleno de temor. El obispo estaba tan asustado que no quería dormir solo esa noche. La siguiente mañana se fue del monasterio y nunca volvió.116
Por una mañana temprano, después que todos se habían acostado, Padre Pio oyó que llamaron a la puerta. Pareció ser P. Agostino (su director espiritual) pidiendo entrar. Padre Pio dijo, “Pase... ¿porqué has venido?... ¿Cómo veniste aquí?” P. Agostino dijo: “Dios me envió. Él está disgustado contigo.” Padre Pio se quedó atónito: “¿Qué?” dijo Padre Pio mientras que se subió las piernas de la cama y empezó a levantarse. “No, no, no deberías levantarte. Solamente vine para decir que Dios no aprueba tu práctica de penitencia.” Padre Pio dijo: “Si verdaderamente estás aquí a petición de Dios, debes darme un signo. Te pido decir el nombre de Jesús.” En aquel momento se abrieron los labios de Agostino y él empezó a reir; su voz cambió. Padre Pio intentó extender la mano y tocar su toga marrón. La aparición desapareció, dejando un fuerte olor de azufre.117
Hablando de este suceso en una carta el 28 de julio, 1914, Padre Pio dijo: “El Diablo, como sabes, es un gran trabajador de mal... él podría engañarte por alguna ilusión diabólica o aparición disfrazada de un ángel de luz... Este infeliz apóstata aun sabe disfrazarse como un capuchino y hacer el papel muy bien. Te ruego que creas a uno que ha sufrido una experiencia de esta naturaleza.”118
En una carta a su director espiritual el 18 de diciembre, 1912, Padre Pio dijo: “La otra noche el Diablo apareció a mi en la forma de uno de nuestros Padres y me dio una orden muy estricta del Padre Provinciano de no escribir a ti nada más, porque es contrario a la pobreza y un obstáculo grave a la perfección. Confieso mi debilidad, querido Padre, porque lloré amargamente, creyendo que esto fuera un hecho. Nunca aun habría sospechado de lo más minimo que esto sea una de las trampas del ogro si el ángel no me habría revelado el fraude.”119
Padre Pio estaba atacado muy frecuentemente por diablos llamados por Padre Pio “malignos impuros” y “monstruos feos.” Eran ataques interiores y exteriores, que incluían aullidos, temblores, ruidos, y objetos que volaron. Un incidente él describió a su director espiritual:
“Fue tarde por la noche y comenzaron sus ataques con ruido diabólico. Aunque no ví nada al principio, entendí quien estaba produciendo el sonido extraño. En lugar de ponerme aterrorizado, me preparé por la lucha por enfrentarme a ellos con una risa socarrón. Entonces vinieron ante mí bajo las aparencias más detestables. Entonces para hacerme abusar de la gracia de Dios, empezaron a tratar a mi con guantes de seda. Pero gracias al cielo los regañé bien, y traté a ellos según lo que merecieron. Cuando vieron que sus esfuerzas se esfumaron, se lanzaron sobre mí, me tiraron por el suelo, y me dieron golpes tremendos, tirando en el aire almohadas, libros, y sillas, al mismo tiempo soltando gritos desesperados y diciendo palabrotas horribles.”120
La carta de Padre Pio a su director espiritual, 14 de octubre de 1912, dice: “El Diablo quiere el final absoluto de todas relaciónes y comunicaciónes contigo. Él amenaza que si yo me negare obstinadamente a prestarle atención a él, hará a mí cosas que la mente humana nunca podría imaginar.”121
Hablando sobre el Diablo y sus demonios, Padre Pio reveló la ferocidad inconcebible de su maldad diabólica: “El ogro no se da por vencido. Él ha aparecido en casi toda forma. Por estos últimos días, ha visitado a mí con algunos de sus satélites armados de garrotes y armas de hierro y, lo peor, en su propia forma como diablos.”122
Padre Pio reveló más de los increíbles sufrimientos que el Diablo le ocasionó a él: “¿Quién sabe cuántes veces él me ha tirado de la cama y arrastrado en vueltas por la habitación? ... La otra noche fue una de las peores. Desde las diez de la noche cuando me acosté hasta las cinco de la mañana, ése malvado no dejaba de golpearme... De verdad pensé que fue la última noche de mi vida; o, si no muriera, me enloquecería. A las cinco de la mañana, cuando el malvado se fue, todo mi ser estaba envuelto en tanto frío que temblaba de pies a cabeza. Duró unas horas. Estaba sangrando de la boca...”123
Otro tiempo Padre Pio describió la reacción de los demonios cuando él recibió una carta de su director espiritual: “Cuando recibí tu carta recientemente y antes que la había abierto, ésos desdichados me dijeron que la rompa o la tire en el fuego. Si hiciera eso, ellos se retirarían para siempre y nunca me molestarían otra vez. Me callé sin darles ninguna respuesta, mientras que en mi corazón los despreciaba. Entonces añadieron: ‘Queremos esto solamente como condición de nuestra retirada. Por hacerlo no mostrares desprecio por nadie.’ Respondí que nada me haría cambiar la mente. Ellos se lanzaron sobre mi como muchos tigres hambrientos, maldiciendome y amenazando hacer que lo pague. ¡Mi querido Padre, cumplieron su palabra! De aquel día en adelante me han golpeado cada día.”124
El Diablo a veces apareció en forma de una fea gata negra, o como una chica joven desnuda haciendo un baile impuro, o como un carcelero que le azotaba, o bajo el aspecto de Cristo Crucifijado, su padre espiritual, su Padre Provinciano, su ángel de la guarda, Nuestra Señora, o San Francisco.125
Otras veces el Diablo le escupía en la cara y le atormentaba con ruidos ensordecedores.126
Padre Pio a veces hacía referencia al Diablo y demonios como: “el ogro, bribón, espíritu mal, desdichado mugriento, vil bestia, desdichado deplorable, caras horrorosas, espíritus impuros, esos bribónes, espíritu malvado, horrible bestia, execrable bestia, apóstata de infausta memoria, apóstatas impuros, bestias salvajes aullandas, impostor maligno, príncipe de las tinieblas.”127
Por la tarde del 5 de julio, 1964, se oyó en el monasterio un grito de socorro: “¡Mis hermanos, ayúdenme!” Fue Padre Pio pidiendo ayuda. Sus hermanos corrieron a ayudarle y encontraron a Padre Pio tendido en el suelo, sangrando de la naríz y frente, y con un número de heridas encima de la ceja derecha.”128
Una vez el malvado habló de una persona poseída, y gritó: “¡Padre Pio, no robes almas de nosotros y no te molestaremos!”129
Un hijo espiritual dijo a Padre Pio: “Padre, algunas personas niegan la existencia del Diablo”; Padre Pio respondió: “¿Cómo se puede dudar su existencia cuando le veo alrededor de mi todo el tiempo?”130
Una vez el Diablo entró en el confesionero y fingió hacer una confesión. Padre Pio recordó la ocurrencia increíble:
“Una mañana, cuando yo estaba confesando los hombres, un hombre alto y flaco vestido de manera bastante refinada y con buenas modales se presentó a mi. Cuando se puso de rodillas, este desconocido empezó a confesar sus pecados que fueron de todo tipo contra Dios, contra su vecino, contra la ley moral; ¡fueron todos aberrantes! Una cosa me causó impresión. Después que reprendí todas esas acusaciónes, usando la palabra de Dios, la Enseñanza de la Iglesia, y la enseñanza moral de los santos para respaldar mis palabras, este penitente desconcertante contrapesó mis palabras, justificando, con gran aptitud y raro refinamiento, todos tipos de pecados, los vaciando de toda maldad y intentando, al mismo tiempo, hacer que todos actos pecaminosos parezcan normal, natural, humanamente indiferentes. Y esto concernió no solamente pecados horrorosos contra Jesús, Nuestra Señora y los Santos... sino también pecados que fueron moralmente tan sucios y bastos que llegaron a las niveles más repugnantes que se podría imaginar.
“Las respuestas que este penitente misterioso dio de vez en cuando a mis argumentos, con delicadeza capaz y con maldad fluida, me causó una impresión terrible. Pensé para mí: ‘¿Quién es esto? ¿De qué mundo viene él? ¿Quién es?’ Y intenté mirarle cuidadosamente en la cara para posiblemente a lo largo leer algo de entre las líneas de su cara, y al mismo tiempo escuchaba muy cuidadosamente a toda palabra suya para que ninguna me escaparía y podría sopesarlas en todo su significado. En un cierto punto, por medio de una luz interior, vívida y brillante, me dé cuenta claramente de quien estuvo ante mí. Y en un tono decidido y apremiante dije a él: ‘Diga: ¡Viva Jesús! ¡Viva María!’ Tan pronto como pronuncié estos más dulces y poderosos nombres, Satanás inmediatamente desapareció en un parpadeo de fuego, dejando atrás de él un hedor asfixiante.”131
En una carta el 2 de marzo, 1917, Padre Pio dijo: “Deberías volverse a Dios cuando estás atacado por el enemigo; deberías confiar en Él y esperar todas cosas buenas de Él. No pienses voluntariamente en lo que el enemigo presenta a tí. Recuerda que él que huye gana...”132
Padre Pio también explicó que el Diablo no nos puede hacer daño espiritualmente a menos que le permitamos entrar:
“El Diablo es como un perro rabioso atado por una cadena. Más allá de la longitud de la cadena no puede agarrar a nadie. Y tú, empero, no te acerques. Si te pusieres demasiado cerca estarás agarrado. Recuerda, el Diablo tiene solamente una puerta para entrar en nuestro alma: la voluntad. No hay puertas secretas ni escondidas. Ningún pecado es un verdadero pecado si no hayamos consentido intencionadamente.”133
Padre Pio dijo: “No tengo ni un minuto de tiempo libre; todo está gastado al soltar hermanos de las garras de Satanás. ¡Bendito sea Dios! La mejor caridad es la de liberar almas cautivadas por Satanás y lograrlas por Cristo.”134
Al fin de la vida de Padre Pio (a la edad de 80) él no podía aun darse la vuelta por si mismo en la cama. Padre Pio también tenía que estar puesto en y levantado de su sillón. A veces cuando estuviera en su sillón, rezando el rosario, sería repentinamente tirado del sillón en el suelo por el Diablo.135
Padre Pio dijo: “Si el Diablo haga un tumulto, es una señal excelente: lo aterrador es su paz y concordia con el alma de un hombre.”136