Mensaje del 2 de agosto de 2014 en Medjugorje, Bosnia-Herzegovina
“¡Queridos hijos! La razón por la cual estoy entre ustedes, mi misión, es ayudarlos a que venza el Bien, aunque a ustedes ahora eso no les parece posible. Sé que muchas cosas no las comprenden, como tampoco yo comprendía todo, todo lo que mi Hijo me enseñaba mientras crecía junto a mí, pero yo creí en Él y lo seguí. Eso mismo les pido a ustedes, que crean en mí y que me sigan. Pero, hijos míos, seguirme a mí significa amar a mi Hijo por encima de todo, amarlo en cada ser humano, sin distinción. Para que puedan hacerlo, los invito nuevamente a la renuncia, a la oración y al ayuno. Los invito a que la vida de su alma sea la Eucaristía. Los invito a ser mis apóstoles de luz, que en el mundo difundirán el amor y la misericordia. Hijos míos, su vida es sólo un abrir y cerrar de ojos hacia la vida eterna. Y cuando ustedes lleguen ante mi Hijo, Él verá en sus corazones cuánto amor han tenido. Para que puedan difundir de la mejor manera el amor, yo le pido a mi Hijo que, a través del amor, les conceda la unión por medio de Él, la unidad entre ustedes, la unidad entre ustedes y sus pastores. Mi Hijo siempre se dona de nuevo por medio de ellos y renueva vuestra alma. Eso no lo olviden. ¡Les doy las gracias!”
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