by pajares95 |
25 de octubre Dice Jesús: DADO A VALTORTA.
«El hombre se cree que puede criticar a Dios y sus obras. ¿Por qué lo hace? ¿Sólo por inconsciencia? No, siempre por sober- 403 bia. Siempre actúa en él el veneno, uno de los tres venenos de Lucifer. En su soberbia no ha admitido la diferencia entre Dios y él, y lo trata a su nivel. Cierto es que Dios os llama hijos suyos, hechos a su imagen y semejanza, pero decidme, hombres, en las relaciones entre padre e hijo, aunque sólo sigan la ley de una recta conciencia ¿un hijo trata a su padre al mismo nivel? No. El amor del padre no exime al hijo de ser respetuoso hacia él. Y el gran amor del hijo, incluso por el mejor de los padres, siempre está revestido de reverencia como el del padre de autoridad. Será autoridad hecha de sonrisas y buenas palabras, pero siempre será autoridad que aconseja y guía. Y ¿debería ser distinto para el Padre santo? Porque si un padre de la tierra merece vuestra reverencia, amor agradecido porque os viste y nutre con su trabajo, si merece vuestro respeto porque su experiencia os guía, si merece vuestra obediencia porque es la mayor autoridad que tenéis como sujetos - y así fue desde Adán - Dios, el Padre que os ha creado, que os ha amado, que ha provisto a vuestras necesidades, que os salvado a través de su Hijo en lo que no muere, el Padre que ordena todo el Universo - pensad: todo el Universo - para que esté al servicio del hombre y le dé lluvia y rocío, luz y calor, guía y camino, alimento y vestido, voz y consuelo, fuego y bebida mediante el curso de los vientos y de las evaporaciones de las aguas que forman las nubes que rocían la tierra, mediante el sol que las seca y fecunda y con sus torrentes de luz esteriliza de las enfermedades y consuela la vida, mediante los astros que, semejantes a eternos relojes y a brújulas sin defecto, os señalan la hora y la dirección de vuestro camino por tierras y desiertos, por montes y océanos, mediante las cosechas, los frutos, los animales y las hierbas, mediante los cánticos y los lenguajes de los animales vuestros servidores, mediante las plantas vivas o sepultadas desde hace milenios y las fuentes que no sólo sacian la sed sino que curan vuestros males porque ha disuelto en ellas sustancias saludables, este Padre vuestro ¿no debe ser amado, respetado, obedecido, servido? Servido, no porque seáis siervos, sino porque es dulce y justo dar lo poco que podéis dar en vuestra pequeñez a quien hace tanto por vosotros. Y vosotros, hijos de Dios y hermanos de Cristo que os habla para enseñaros a amar, sólo tenéis que dar a nuestro Padre, santo y admirable - porque Él no necesita nada, como Señor que es del Uni- 404 verso que le obedece como vosotros ni sabéis ni queréis - sólo tenéis que darle amor porque Él quiere de vosotros este amor como Yo, Dios como Él a Hijo suyo santísimo, le di y le doy. Éste es vuestro deber. Y ya os he enseñado cómo se expresa este deber. Amadlo obedeciéndole y cumpliréis con vuestro deber. Y, después de haberle amado con la obediencia a sus palabras de amor, no os arroguéis el derecho de quejaros si Él no os recompensa con creces. ¿Qué derecho tenéis? Decíoslo siempre: “Sólo hemos cumplido con nuestro deber”. Decíoslo siempre: “Dios lo hizo antes que nosotros”. Decíoslo siempre: “La aparente falta de premio sólo es para los sentidos. Dios no deja sin premio a quien le ama y obedece”. ¿Acaso conocéis vosotros, polvo desparramado por tierra, los secretos del Altísimo? ¿Podéis decir que leéis los decretos de Dios, escritos en los libros del divino amor? Vosotros veis el momento presente. Pero ¿qué sabéis del minuto que sigue? ¿No os dais cuenta de que lo que puede pareceros un bien en el instante presente es un mal en el futuro, y que si Dios no os lo concede es para evitaros un dolor, un cansancio superior al que vivís? Pero aunque lo fuera, aunque lo fuera ¿os es lícito imponeros a Dios? ¿Qué habéis hecho de más de cuanto debíais? ¿No pensáis que no sois vosotros sino Dios quien siempre está en ventaja sobre vosotros, porque Él os da infinitamente más de cuanto le dais? ¡Oh Justicia que eres Bondad! ¡Oh Justicia sublime y santa que eres justa sólo contigo y misericordiosa hacia tus hijos! ¡Oh Justicia, río que no se desborda para castigar sino para difundir sus olas hechas con la santa Sangre de mis venas, fluida hasta la última gota, hecho con las lágrimas de María, hecho con el heroísmo de los mártires y de los sacrificios de los santos, río cuya corriente es Piedad y que prefiere volver a la fuente con un milagro de poder, porque tu dique es la Misericordia que es más fuerte que tu indignación, y el otro dique es el Amor, y es amor de un Dios que ha hecho baluarte de Sí mismo para proteger al hombre del castigo y conquistarle para la Vida! Amad esta Justicia que se aflige por castigaros, amad a este Padre que cumple con su deber de padre y es benigno al no exigiros la precisión en el cumplimiento del vuestro. Lo he dicho y lo repito: Por un verdadero acto de amor, Dios detiene hasta el movimiento de los astros, revoca el decreto del Cielo. Si la fe puede mover árboles y montañas, el amor conquista a Dios. 405 Cada acto de amor verdadero hace resplandecer con abundantes fulgores la divina vorágine de fuego y de luz en que vivimos amándonos, conmueve los Cielos de alegría por la alegría del Dios Uno y Trino, que hace descender como de una nube celeste la gracia y el perdón incluso sobre quien no sabe amar por piedad hacia quien sabe amar. Amad y bendecid al Señor. Sabed dar gracias del mismo modo que sabéis pedir y exigís que se os escuche. Os olvidáis demasiadas veces. La gracia de Dios se retira también porque sois tierras estériles que no saben expresar una flor de reconocimiento hacia el Padre que os cuida. A quienes saben recordarse de que son hijos, también en la alegría, les digo bendiciéndoles: “Id en paz. Vuestra fe amorosa os salva ahora y siempre”».
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