by pajares95 |
CAPÍTULO XXIV
Cómo se ha de evitar la curiosidad de saber vidas ajenas LIBRO DE KEMPIS.
Hijo, no quieras ser curioso, ni tener cuidados impertinentes. ¿Qué te va a ti de esto o de lo otro? Tú sígueme a mí. ¿Qué te va a ti que aquél sea tal o cual, o que el otro obre o hable de ésta o de otra manera? Tú no necesitas responder por otros; de ti solo has de dar razón. ¿Pues por qué te entremetes tanto? Mira que yo conozco a todos, veo cuanto se hace debajo del sol, y sé de qué manera está cada uno; lo que piensa, lo que quiere, y a qué fin se dirige su intención. Por eso se deben encomendar a mí todas las cosas; mas tú consérvate en santa paz, y deja al bullicioso hacer cuanto quisiere; sobre él vendrá lo que hiciere o dijere, porque no me puede engañar.
No tengas cuidado de la sombra de un gran nombre, ni de la familiaridad de muchos, ni del amor particular de los hombres, porque esto causa grandes distracciones y tinieblas en el corazón. De buena gana te hablaría mi palabra y te revelaría mis secretos, si tú aguardases con ansia mi venida y me abrieses la puerta del corazón. Mira que estés sobre aviso, vela en la oración y humíllate en todas las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario